2006-11-23

El pasar de los años inevitablemente gastó el recuerdo de su aroma. Ahora danzan con el viento sus cabellos y su nariz semi-respingada; sus ojos se dejan cautivar por la estela marina en mi garganta. Sin embargo, el corazón, duro como roca, no olvida la entrega absoluta de una ciega confianza y la centelleante herida de aquella dolorosa traición.

Fotografía de Dolores de Torres

4 comentarios:

Alnitak dijo...

Y es que a veces olvidar es mucho más díficil que perdonar, y hay cicatrices que aunque se suavizan siguen marcadas en nuestra piel para siempre.

Ánimo

J.C.Morgado dijo...

Lo importante es aprender de lo pasado y jamàs olvidar, de lo contrario la confianza se alejará cada día más de nosotros


saludos

María Elisa Quiaro dijo...

las heridas se cierran, el peligro radica en que se cierre el corazón también

Cami dijo...

Los ancianos tiene más experiencia que cualquiera, es cierto que los ancianos son sabios, yo vivo con una, es mi abuelita.

Los dolores son reparables.

Saludos y un abrazo ^.^